El mensaje del reciclaje viaja en el interior de una botella por las calles de la ciudad: desde que el consumidor la deposita en el contenedor verde, hasta que se convierte en otra redoma.
Durante el año pasado, los españoles arrojaron 712.662 toneladas de vidrio en los conocidos contenedores con forma de iglú, una cifra similar a 2008 a pesar de que el consumo de estos envases cayó un 3,2%. Esto significa que cada español recicla 15,2 kilos de vidrio al año, según los registros de Ecovidrio, el sistema de gestión de este residuo.
¿Qué camino recorre una botella desde que se hace añicos en el iglú? “Uno de nuestros camiones vacía el contenedor en la calle y trae el vidrio hasta nuestra planta. Cada vehículo transporta unas diez toneladas de residuos”, señala Francisco Ansaldo, director gerente de Recycling Hispania, una pequeña firma de reciclado del municipio madrileño de Ajalvir.
Recorrido
“Una botella tarda un día en recorrer todo el proceso, desde que la recogemos hasta que está transformada en fragmentos separados por tipos de vidrio”, explica el responsable de la instalación.
Los cinco camiones de esta empresa recorren las calles de los municipios de la zona norte y este de Madrid, y recogen unas 300 toneladas de vidrio cada día. “Una vez que el camión llega a la planta, lo pesamos y registramos la cantidad de residuo recibido. Después, el volquete lo vacía en unas tolvas, que es donde empieza el proceso mecánico de reciclado, que dura alrededor de una hora”, añade Ansaldo, durante una jornada de puertas abiertas en la planta.
Un 6% de los desechos que el ciudadano arroja al iglú de vidrio son sorprendentes: palos de madera, bolsas de viaje o pantalones vaqueros. Además de estos impropios, que dificultan el reciclado, las botellas incluyen otros materiales que no son vidrio, como aros y tapones de plástico, así como capuchones de aluminio. “Una vez en la cinta transportadora, trituramos el residuo hasta que tiene un tamaño de entre 5 y 50 milímetros. Con un imán extraemos las partes metálicas y con un sistema de aspiración el plástico”, cuenta Ansaldo.
Las máquinas, que son capaces de procesar 16 toneladas cada hora, “retiran con una criba las etiquetas y los cuellos de botella, que no sirven para el reciclado”, apunta Ansaldo, que añade que “tampoco se reciclan los tarros o los vasos, al contrario de lo que piensa la gente”.
Una vez que el residuo está separado y triturado, tiene que pasar por un último proceso antes de viajar hasta un horno de vidrio. “Tenemos una máquina que identifica los trozos según el espectro de color y los separa con chorros de aire”, asegura Ansaldo. El color es importante, porque las botellas blancas recicladas sólo se pueden fabricar con vidrio blanco, así que no conviene que se mezclen.
Finalmente, la compañía separa el residuo en gigantescas montañas que, más tarde, viajarán en camiones hasta un horno de vidrio localizado en Burgos. Esta materia prima reporta interesantes beneficios. Recycling Hispania factura casi 5 millones de euros al año y cuenta con 30 empleados.
Ida y vuelta
– La botella sale de la fábrica de envasado, es consumida y arrojada al contenedor de vidrio con forma de iglú.
– Viaja en un camión hasta las instalaciones de un reciclador.
– Durante una hora, el envase recorre la maquinaria en unas cintas transportadoras.
– Es triturada en fragmentos, se le quita el plástico, el aluminio, la etiqueta y el cuello.
– Se separa por colores para volver a un horno de vidrio.
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