El mundo utiliza anualmente unos 3,2 billones de recipientes de todo tipo en los que se envasan bebidas y alimentos, una cifra que va en aumento. Casi todos acaban en los contenedores de basura.

En cuanto al vidrio, cada año se producen aproximadamente 100.000 millones de botellas y botes en instalaciones automatizadas que reciclan hasta un millón de envases diarios.

Además del cristal que se utiliza para fabricar tarros, se producen otros 44 millones de toneladas de vidrio laminado para los sectores de la construcción y el automóvil. Se calcula que este mercado tiene un valor que supera los 50.000 millones de dólares anuales, aunque, en su totalidad, el mercado del vidrio supera los 100.000 millones de dólares.

El vidrio comenzó a fabricarse hace 9.000 años y la primera botella data de hace 3.500 años. Sin embargo, los primeros contenedores de reciclaje no se introdujeron hasta la década de los setenta. Mientras países como Suecia reciclan más del 90%, la media de EEUU no supera el 40%.

Se producen 100.000 millones de botellas al año y se recicla un millón de envases diarios

Reino Unido tiene una predilección especial por los envases de vidrio, y utiliza anualmente unos 8.000 millones de unidades, 3,6 millones de toneladas, de los que se recicla menos de un millón de toneladas.

El vidrio, que se puede reciclar indefinidamente, se obtiene calentando hasta la fusión arena de sílice (u óxido de silicio), a la cual se añaden, en distintas proporciones, sustancias como óxido de sodio, óxido de calcio y, si se quiere obtener un vidrio más fino llamado cristal, óxido de plomo.

El proceso de fabricación exige grandes dosis de energía. Una tonelada requiere cuatro gigajulios de potencia. Convertir las botellas ya utilizadas en nuevos envases reduce las emisiones de dióxido de carbono en un 17% aproximadamente. No obstante, el proceso de reciclado es muy costoso. Los miembros de la UE y varios estados de EEUU imponen un depósito para intentar compensar este hecho de alguna manera.

El hecho de que se cobren sólo 5 céntimos por envase en EEUU y hasta un máximo de 25 céntimos por botella de litro en Europa ha fomentado el desarrollo de un mercado secundario.

Lamentablemente, los impuestos y las comisiones no logran compensar los costes de recogida, transporte y el requisito de separar los envases en función del color. Incluso las campañas de consumidores y gobiernos no parecen incrementar el uso de vidrio reciclado por parte de las compañías, lo que se traduce en un desperdicio anual de 65.000 millones de botellas y envases.

La innovación
Aunque el proceso de reciclado de botellas pueda parecer lógico, pensar que los árboles pueden reproducir los mismos brotes una primavera tras otra no tiene ningún sentido desde el punto de vista físico, químico o biológico.

La espuma de vidrio puede reciclarse de forma permanente eliminando los residuos del sector

Al igual que las hojas acaban formando parte de la tierra, los estadounidenses Andrew Ungerleider y Gay Dillingham estudian convertir el vidrio triturado en una espuma de vidrio con una amplia variedad de aplicaciones potenciales, a excepción de la fabricación de botellas.

Parece que las propias botellas obstaculizaban la reutilización de este recurso natural. La trituración del cristal hasta convertirlo en polvo y su posterior calentamiento, proceso en el que se inyecta CO2, crea una espuma ligera pero altamente abrasiva y de bajo coste. Dado que se pretende reducir la acumulación de residuos en los vertederos de basura, la recuperación del vidrio in situ y la conversión local en espuma de vidrio da lugar a un nuevo modelo de negocio: “los empresarios obtienen subvenciones por recibir materias primas”.

Además, si la fábrica está ubicada cerca de un vertedero, podrá aprovechar el gas metano que se genera de la descomposición de los residuos orgánicos, convirtiendo este gas de efecto invernadero en una fuente de energía muy económica, lo que facilita el recorte de costes y reduce sus efectos adversos sobre el cambio climático.

Ungerleider y Dillingham fundaron Earthstone en 1994 Earthstone. Motivados por el deseo de reducir las actividades de minería a cielo abierto, convirtieron una técnica ya conocida en un nuevo modelo de negocio y accedieron sin dificultad al nicho de mercado de los abrasivos físicos.

Bloques de vidrio reciclado, con una composición similar al sílice de las algas diatomeas, se utilizan para la limpieza de las parrillas, para retirar los restos de pintura y alisar los paneles de fibra.

Dado que su uso se limita a cortar bloques de espuma de vidrio para convertirlos en abrasivos de fácil manejo y que su desarrollo comercial es complejo, unido a su impacto medioambiental adverso, el hecho de que grupos como Home Depot hayan comenzado a transportar el producto reciclado con base de vidrio, sirve de gran ayuda. Cuando empezaron a registrarse las primeras ventas, se incrementó la producción, pasando de unos pocos lotes a un sistema en serie, utilizando cada vez con más frecuencia materiales locales a un coste inferior, reforzando así la competitividad.

La oportunidad
Hay una gran variedad de aplicaciones. Utilizando una técnica similar, la empresa estadounidense Pittsburgh Corning, decidió centrarse en el mercado de materiales de construcción, abriendo una fábrica de reciclaje de vidrio en Bélgica y otra en la República Checa. Por su parte, Ungerleider y Dillingham siguieron descubriendo una amplia gama de aplicaciones.

Hoy en día, Earthstone cuenta con once aplicaciones para el vidrio reciclado. El último desarrollo se centra en proporcionar un medio de crecimiento a la agricultura hidropónica, a partir de la espuma de vidrio, que puede reciclarse de forma permanente eliminando los residuos derivados de este sector.

A partir de bloques de espuma de vidrio, el constructor sueco Åke Mård, ha trabajado en proyectos de casas prefabricadas. El empresario descubrió que el cristal que contiene pequeñas burbujas de aire sirve como material de construcción no sólo como aislante.

Esta innovadora técnica de construcción cuenta con la aprobación de la Unión Europea. Los bloques repelen el agua, los bichos, y los hongos; sin duda, el factor aislante supone una ventaja frente al resto de alternativas conocidas, en precio y rendimiento.

Mård se percató de que el vidrio reciclado tiene cuatro utilidades, además de servir como recipiente. Se calcula que la masa crítica necesaria para que un horno sea viable desde el punto de vista comercial está en 5 millones de botellas anuales. En 2009, Earthstone procesó 5,3 millones de botellas anuales y su rentabilidad es incuestionable.

Teniendo en cuenta que un consumo de 200 botellas por familia y año, para que el negocio sea viable se necesitarían 25.000 familias. El obstáculo es relativamente fácil de salvar.

El principal coste es energético aunque podría solucionarse con la colaboración de compañías que utilicen técnicas de concentración de calor. Estas fábricas generan puestos de trabajo, además de mejorar la calidad de los materiales de construcción, a precios competitivos.