Está claro, el reciclaje se extiende por el mundo como una mancha de esperanza.
Después de la iniciativa de Madrid Recicla y Alicante Recicla… nos encontramos con Ginebra. La célebre ciudad suiza al borde del Lago Leman, expone su particular visión del reciclado a horcajadas de un caballo creado por latas, circuitos impresos, bolsas, envases… y una belluda cola de cables de cobre. Un simpático caballero medieval monta tan brioso corcel con la esperanza de transmitirnos la conciencia vital de reciclar. Tanto por su importancia en la correcta recepción del residuo, como por su capacidad de ahorrar energía y materias primas. Y de esta manera tan eficaz contribuir a minimizar, en lo posible, el cambio climático.
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