Vidrio por colores

(Eco Lab: Clemente Álvarez) En Suiza, los contenedores para reciclar vidrio de la calle tienen varios agujeros diferentes: para el vidrio blanco, para el verde y para el marrón. El porqué de separar el vidrio por colores en el país alpino, y aquí no, tiene diversas explicaciones. Una de ellas es que en España se produce mejor vino. Otra, que en Suiza lo que sí hacen mucho mejor los ciudadanos es reciclar.

El vidrio es uno de los materiales que ofrecen más ventajas en el reciclaje. Las botellas, tarros y frascos que se tiran a los iglúes verdes en el país pueden reciclarse una y otra vez para volver a fabricar botellas, tarros y frascos. Esto supone utilizar menos materias primas de la naturaleza (arena, sosa y caliza), pero también generar menos emisiones, pues el vidrio reciclado (el calcín o casco) se funde también a menor temperatura en los hornos de las empresas vidrieras. Sólo existe una gran limitación: el color.

El vidrio coloreado no puede volver a ser transparente. Esto significa que con las botellas de color verde o marrón (topacio, en el argot de los vidrieros) que se tiren al contenedor para reciclar sólo se fabricarán otras botellas de color. O, al revés, que para producir botellas blancas (transparentes) se necesitaría separar el vidrio blanco de cualquier pequeño pedazo de color. “No se puede utilizar ni un microgramo que no sea blanco”, explica Estela Alejandro, responsable del Laboratorio Físico-químico de la vidriera vasca Vidrala, y la encargada de poner a punto las mezclas que darán lugar a las tonalidades exactas buscadas para cada botella.

Según Ecovidrio, en 2008 se recuperaron en los iglúes de las calles de España unas 700.000 toneladas de envases de vidrio, lo que supone el 60% de los utilizados en las casas de los ciudadanos. De todo esto, lo que llega a las plantas de los recicladores es un gran revoltijo de colores. La gama puede variar en función del área geográfica: En Cataluña destacan los tonos marrones de la industria cervecera, en Andalucía aumentan los blancos por el mayor consumo de agua embotellada y en el País Vasco predomina mayoritariamente el verde de las botellas de vino. Con todo, como explica la responsable de formulación en Vidrala, la proporción habitual del vidrio recuperado y ya triturado suele ser un 50% de verde, un 30% de blanco y un 20% de topacio.

Vidrio Con este surtido de dominantes verdes no se pueden fabricar botellas blancas y existen algunas limitaciones para los otros colores. Las botellas marrones no pueden incorporar más de 30-35% de esta mezcla de vidrio recuperado, teniendo que añadir nuevas materias primas de la naturaleza. En cuanto a las verdes, pueden integrar un 80-85% de la amalgama salida de los contenedores. Cada vidriera tiene su propia receta para crear cada tonalidad final. Como precisa Estela Alejandro, para los verdes se usa principalmente óxido de cromo (III) y para los topacios óxidos de cromo (III) y de hierro. “Ahora se han puesto de moda los azules”.

¿Por qué no se separa de forma habitual el vidrio para evitar estas limitaciones? La respuesta está en la botella verde utilizada para el vino: la pujante industria vinícola en España absorbe por si sola la mayor parte de la mezcla de vidrio recuperado, lo que simplifica el problema.

Con todo, ya hay algunos recicladores en el país que disponen de la tecnología para cribar el vidrio por colores, como la empresa Recycling Hispana, en el municipio de Ajalvir (Madrid). Y resulta paradójico, pero la separación mecánica se realiza después de triturar la mezcla multicromática de los contenedores en fragmentos de 5 a 50 milímetros. “Se saca el espectro de cada color y se separa las piezas con aire”, detalla Francisco Aldana, responsable de esta planta. Las máquinas son capaces de separar del amasijo de colores los trozos milimétricos blancos, marrones o verdes (no se criban otras tonalidades como azules o negros). Sin embargo, esta tecnología tampoco es infalible. “Para conseguir una pureza del 98% para el blanco hay que pasar el vidrio al menos dos veces por la máquina y esto tiene sus costes energéticos y ambientales”, explica este reciclador. “Es más barato reciclar para verde”.

En Suiza también empiezan a disponer de tecnología para afinar la separación por colores, pero confían, sobre todo, en una maquinaria también muy precisa que no gasta nada: los ciudadanos. En este pequeño país, la diferenciación por colores resulta clave y es que ser unos campeones del reciclaje tiene también sus complicaciones: Según VetroSwiss, en los contenedores de las calles se recupera ya más del 95% del vidrio utilizado, un altísimo porcentaje con poco margen de mejora. Cada ciudadano de este país recicla una media de 42 kilos de vidrio al año, frente a lo 15,5 kilos de media de un español. Y esto es mucho más que de lo que absorbe su propia industria. De todo el vidrio recuperado, un 28% es reciclado para producir nuevos envases de vidrio, un 56% es exportado a países limítrofes como Alemania, un 15% es utilizado para fabricar vidrio celular (o vidrio expandido) –empleado como aislante en la construcción– y un 1% acaba incluso en las carreteras en sustitución de arena –una práctica en desuso–. No pueden utilizar todo el vidrio que recuperan, y para poder aprovechar la máxima cantidad de este valioso material, o ser competitivos para venderlo fuera, resulta esencial mantener la mayor pureza posible de cada tonalidad.

“Lo más económico y ecológico es que los ciudadanos separen por colores”, comenta Isabelle Baudin, colaboradora científica de la Oficina Federal del Medio Ambiente (OFEV), la Administración suiza, que explica como el ecobalance de utilizar vidrio separado por colores para fabricar nuevas botellas es mucho mejor que el de emplear el calcín mezclado. El ciudadano suizo actúa con la precisión de los famosos relojes de este país para llevar las botellas usadas al contenedor y meterlas en el agujero del color correspondiente, sin que se produzcan más errores que en España. Aunque a esto también ayuda el que los municipios perciban una mayor o menor cantidad dinero de VetroSwiss por el vidrio recuperado en función de si están o no bien separado por colores.

“Si en España ya cuesta convencer a alguna gente de que recicle, me parece muy complicado que los ciudadanos separen por colores”, comenta el reciclador Francisco Aldana. Sea así o no, lo previsible es que la cuestión del color cobre cada vez más importancia según aumente la tasa de recuperación de botellas, frascos y tarros usados. Hoy en día, según Ecovidrio, todo el vidrio de los contenedores de España se dedica a fabricar nuevos envases y sólo hay una parte que se exporta a Portugal. La responsable de formulación de Vidrala lo tiene muy claro: “No sé si será de forma mecánica o con ayuda de los ciudadanos, pero llegará un momento en el que haya que separar colores, sí o sí”.